jueves, 13 de marzo de 2008

Noche de folclor



Me bajo del auto. Del mismo vehículo blanco estilo cucaracha, se baja un chavalo moreno que camina, con su equipo fotográfico, con cara de “yo soy el más guapo”. Sonrisa perfecta, pose de don Juan y mirada coqueta. Nos dirigimos hacia la entrada “especial” para los medios, ubicada en la parte derecha de nuestro máximo palacio cultural. El Rubén Darío parece que está “full”. Los carrotes y carritos se apiñan en el pequeño espacio del parqueo.



Llegamos a la recepción, nos atiende un viejito flaquito con voz de mosquito, estira la mano con un papel para que anotemos nuestros nombres. Jumo atraviesa el pasillo, con su caminado fachento, sube las graditas que llevan hasta la parte trasera del escenario. Le sigo.



Cuando conocés el interior del teatro, algo de la magia se esfuma. Ya sólo ves un montón de gente corriendo como hormigas locas, apresuradas cambiándose atuendos de colores carnavalescos. En un segundo salimos Jumo y yo de ahí. Un evento desafortunado hizo que las hormigas se dieran cuenta de nuestra presencia y nos miraran acusadoramente, era el momento preciso para huir. No debíamos estar allí.



Afuera la gente, bien “chajineada”, espera dos horas de entretenimiento. Desde el primer balcón, observo las coreografías al compás de una marimba que suena alegre. Trajes vivos, abanicos, plumas, lentejuelas y medias. Luces amarillas, naranjas, rosas y celestes hacen que el escenario recupere el brillo ante mis ojos.



La música ahora suena a cumbia. Graciosamente simulan una boda norteña. Mis ojos se empeñan en reconocer entre los bailarines, el rostro de la pobre muchacha que acabamos de ver. Jumo se me perdió. Debe andar por ahí, haciendo disparos precisos para conseguir las mejores tomas. En esta polka, las bailarinas con faldas vaporosas en tonos pasteles y rostros cubiertos por gruesas capas de maquillaje extravagante, dan pasos enérgicos que a la vez tratan de lucir naturales. Los bailarines, con cotonas que parecen pijamas y sombreros campesinos, logran movimientos sutilmente femeninos para no quedar opacados ante sus parejas.



Pero cuando el zopilote resucita, la cosa se pone chistosa. En medio de luces tenues aparecen diez mujeres vestidas de negro y naranja, muy a lo Halloween, cargando cruces. Un bulto negro está en medio. Una guitarra triste despide acordes fúnebres, de lamento. ¡Ydeay! ¡Pero si es el zopilote! “Ya el zopilote murió, ya lo llevan a enterrar, échenle bastante tierra, no vaya a resucitar”. Pero este si revive, y hasta brincos pega. Se arma la fiesta y el negro emplumado hasta con las muchachas baila.



--¿Nos vamos? -- me dice con su voz de supuesto conquistador, el fotógrafo estrella.


-- Ya casi -- contesto. Me niego a salir, las lentejuelas de los trajes y el ritmo del solar de Monimbó me obligan a quedarme. Cuando no sos un espectador más, una hora de espectáculo deberá ser suficiente para hacer tu trabajo.



Salimos de la sala. Recordamos el penoso accidente ocurrido hace 60 minutos y nos reímos con un poco de culpa.


-- ¿Viste lo que le pasó a la muchacha?-- me dice Jumo, mostrando seguido, su sonrisa coqueta. --Seguramente vos tuviste la culpa--.


--Sí, es cierto. Yo fui-- le respondo con sarcasmo, riéndome de lo sucedido.



Pobrecita la muchacha. Entre tanto alboroto, corrió descalza, se enredó con el liso suelo de madera y cayó como costal justo a mis pies. No todos los días ves a una bailarina, enredada entre plumas, fustanes y lentejuelas, caerse de forma tan divertida justo antes de salir a bailar. Silencio. Sus compañeros voltean y descubren nuestra extraña presencia y sus miradas proceden a acusarnos injustamente. Como si nuestra intromisión hubiese causado el penoso incidente. No debíamos estar allí



http://www.manfut.org/masaya/trajes.html

4 comentarios:

Renata Rodrigues dijo...

Cindy

No sabía que escribías tan bien. Tenés madera de cuentista. Podés sumar en tu currículo: estudiante de la UCA, periodista de La Prensa, atriz de comerciales y cuentista....
Siga escribiendo...
Renata

Velia Agurcia Rivas dijo...

Jajajaja... antes que lo dijeras sabía que era el Jumo. Nadie más tiene esa cara de "yo soy el más guapo". Te luciste para describirlo.

Marbelly Vallejos Gutiérrez dijo...

me gusta tu cronica, realmente me encanta leer cronica, me relaja y me lleva un ratito a la imaginacion y creo que lo logrates, me gusta como jugastes con el tiempo. Bueno felicidades

Cindy Regidor dijo...

Muchas gracias por los comentarios, estoy en la lucha por escribir algo mejor siempre!