viernes, 2 de mayo de 2008

Uno más uno



- ¡Yo no ando cincuenta pesos! – dice la chavala de pinta rockera: camisa negra, ojos delineados del mismo color y faja de puntas metálicas. – Vale verga, yo te invito, lo importante es que entremos. ¡Este concierto de electrónica va a estar tripeadísimo!- le contesta, al parecer, su novio; quien luce una vestimenta similar. Al fin pagan con un billete de cien y pasan. Me toca pagar la entrada, la noche está fría y lluviosa. En el bar ya no hay mesas disponibles, el sitio está atiborrado de jóvenes. Me siento en la barra y preparo mi oído para lo que, según Pablo César, será “música de otro nivel”.


Un DJ más otro DJ es igual a dos estilos que se fusionan, para al final, ofrecer la esencia de cada uno y transmitirle al público, a través de sonidos, emociones. O al menos eso es lo que siente el Disc Jockey, revelación electrónica del año, Pablo César, sobre los conciertos que ofrece en bares capitalinos junto con DJ Revuelta Sonora.


“Estoy impresionado de cómo ha surgido un rave nacional”, comenta Pablo César. La chavala rockera, conversa con su acompañante sobre la canción que suena: “es la voz del majestuoso Cerati acompañado de la Echeverri en una de las mejores canciones hechas en unplugged sobre una ciudad furiosa”. Luego, empiezan a poner electrónica, los asistentes parecen inyectados de adrenalina. La rockera deja la cerveza en la mesa y se levanta de su asiento para empezar a moverse, junto a su acompañante, al compás de la euforia del sonido.


Según Pablo, el movimiento de la electrónica en el país viene fuerte. La gente sigue entrando. Expresiones apáticas, otras más sociables, uno que otro con ojos rojos y miradas perdidas. El vapor de la recién pasada brisa se combina con el olor de los perfumes de moda, de cerveza y ron, de cigarros suaves, rojos, mentolados y de otros tipos. “Los programas de televisión y las radios se han dado a la tarea de educar el oído de la gente”. Al parecer, ya no se asocia tanto este género con la locura, las drogas o la vagancia. Las personas han aprendido a valorar más la onda electrónica.


Aún en la barra, sigo observando a la rockera. Alrededor de ella hay extranjeros con guayaberas a lo hippie , hay gente “normal”, hay más “rockeritos” y algunos “punkeritos”. El lugar se convierte en un cóctel de formas de vida en una diminuta licuadora .


Comienza Pablo César a mezclar. Un muchacho de veintitantos años, vestido algo conservador, complexión robusta y facciones duras, soso al vestir. No tiene el look de estrella de música. Los sonidos ácidos y “tripeados” del electrohouse empiezan a sonar. De fondo, se siente el beat encendido del tech house. Ya no sólo la rockera baila. Varias de las sillas de repente están desocupadas pues sus usuarios están “bailando”. Cabezas agitándose de un lado al otro, brazos hiperactivos y pies descontrolados.


Después de dos horas de ritmos contagiosos y dinámicos, aparece en escena Revuelta Sonora. Con pinta de bohemio y un afro muy a lo Jimmy Hendrix, empieza a sacar sonidos de break beat. La música se siente más chillin. Los espectadores ya no se dedican a mover sus cuerpos. Ahora es su oído el que se prende con música un tanto más sonora. La magia de las melodías armónicas y melancólicas combinadas con un bajo “alucinante”, parece transportar a cada uno de los asistentes a otro nivel de escucha.


La rockera sigue disfrutando del concierto. Sus ojos siguen los movimientos de los DJs, las luces que juegan y bailan al compás del sonido y la gente que se “conecta” y asimila la música de diferentes maneras. Después de todo, Pablo César tenía razón. La electrónica hizo que la rockera y muchos de los presentes se transportaran a “otro nivel”.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

la musica electronica es fiera!!! lastima que en nicaragua no hay tanta cultura

Cindy Regidor dijo...

Ahuevo, a mi también me gusta mucho. pienso que con el tiempo la gente aprenderá a disfrutar de este género